Rebajas en un gran almacén inglés, Sheila ronda estanterías, sopesa prendas y, de repente, un vestido rojo sangre de seda la hipnotiza. Ya no hay nada que ella quiera salvo ese vestido, nada salvo acariciarlo, tantearlo, adorarlo... Parece que pesa una maldición sobre cada persona que ha poseído esa prenda fetiche.