Fuentecilla, un pequeño pueblo que disfrutó de un periodo de esplendor durante el auge de su balneario, sobrevive con grandes dificultades, dependiendo principalmente de la agricultura y de un turismo muy escaso que apenas genera ingresos. Su situación de empobrecimiento es tan severa que ni siquiera el tren se detiene en la estación. Don Ramón, el propietario del balneario, cansado de recibir a una clientela escasa y poco selecta, en complicidad con el alcalde, el maestro, el barbero, el dueño del hotel y don José, un próspero terrateniente de la zona, tramitan un plan: organizar una "aparición mariana", similar a la de Lourdes, con el objetivo de atraer a turistas y fieles. Después de reflexionar mucho, se percatan del notable parecido entre don José y una antigua imagen de San Dimas, el buen ladrón. Así es como cada jueves por la noche se lleva a cabo la aparición de San Dimas.