Candela, reconocida actriz y humorista, se ha convertido en una adicta. No sabe muy bien cómo (o eso dice ella), pero esas dosis de alcohol y drogas a las que no daba demasiada importancia se han acabado desmadrando. “Tranquilos, yo controlo” eran las palabras que últimamente más repetía en su círculo personal y laboral, pero no controla nada de nada. Ni su vida personal (separada y con una hija que pasa más tiempo con su padre y su abuela que con ella), ni profesional, que cada vez es más desastrosa.